¿Y si Iberia ya no aporta nada a IAG?
Ayer 19 y 20 de junio IAG celebra su junta general de accionistas en los salones de Ifema en Madrid. Los grandes anuncios del holding que lidera Willie Walsh
se han reservado en los últimos tiempos para este tipo de actos. La
expectación, por tanto, es máxima para los dias miércoles y jueves.
En círculos del sector aéreo se asegura que Iberia ya no aporta nada a IAG. La absorción de Vueling y la lentitud a la hora de aplicar los recortes serían los dos argumentos que avalarían esta línea de pensamiento. Además, para British, ir con Iberia de la mano le supone un lastre a la hora de pedir financiación.
Iberia firmó la fusión en un momento en el que registraba ganancias y una caja de 2.000 millones de euros. Desde entonces, la compañía española ha ahondado sus pérdidas hasta más de un millón diario, mientras British Airways ha descubierto un déficit en el fondo de pensiones mayor del esperado.
La aerolínea basada en Londres ha emprendido en los dos últimos años una ambiciosa renovación de flota. Se ha consolidado cada día más como la facción fuerte de IAG, que ha comprado a BMI con el principal objetivo de quedarse con más slots en Heathrow.
Por el contrario, las inversiones para Iberia han estado condicionadas a que resolviera sus problemas estructurales. La creación de Iberia Express debió suponer un hito en este cometido, pero desde que nació las pérdidas de su hermana mayor apenas han variado, pese a decirse que se le traspasarían las rutas menos rentables de la corta y media distancia.
Ahora, Iberia LAE, dos años después, se ha quedado sin sus activos más valiosos. Vueling ha pasado a depender de IAG, y la deslumbrante liquidez de antaño es hoy historia. Con estos mimbres va a ser difícil, con carácter inmediato, recomponerse sin la ayuda de su matriz.
El futuro de Iberia está por tanto muy expuesto a IAG, pero para el holding la compañía española ha perdido gran parte de su atractivo inicial. El entorno del Gobierno llegó a plantearse pedir la salida de Iberia de la fusión, pero ahora se entendería que esta medida no fuera tan mal vista por accionistas o directivos basados en Londres.
Ciertos medios británicos han apuntado ya a una corriente de pensamiento en esta línea, que ha llegado a oídos de la aerolínea de María de Molina. Quienes han tenido constancia de ello en Iberia han manifestado una profunda irritación.
En círculos del sector aéreo se asegura que Iberia ya no aporta nada a IAG. La absorción de Vueling y la lentitud a la hora de aplicar los recortes serían los dos argumentos que avalarían esta línea de pensamiento. Además, para British, ir con Iberia de la mano le supone un lastre a la hora de pedir financiación.
Iberia firmó la fusión en un momento en el que registraba ganancias y una caja de 2.000 millones de euros. Desde entonces, la compañía española ha ahondado sus pérdidas hasta más de un millón diario, mientras British Airways ha descubierto un déficit en el fondo de pensiones mayor del esperado.
La aerolínea basada en Londres ha emprendido en los dos últimos años una ambiciosa renovación de flota. Se ha consolidado cada día más como la facción fuerte de IAG, que ha comprado a BMI con el principal objetivo de quedarse con más slots en Heathrow.
Por el contrario, las inversiones para Iberia han estado condicionadas a que resolviera sus problemas estructurales. La creación de Iberia Express debió suponer un hito en este cometido, pero desde que nació las pérdidas de su hermana mayor apenas han variado, pese a decirse que se le traspasarían las rutas menos rentables de la corta y media distancia.
Ahora, Iberia LAE, dos años después, se ha quedado sin sus activos más valiosos. Vueling ha pasado a depender de IAG, y la deslumbrante liquidez de antaño es hoy historia. Con estos mimbres va a ser difícil, con carácter inmediato, recomponerse sin la ayuda de su matriz.
El futuro de Iberia está por tanto muy expuesto a IAG, pero para el holding la compañía española ha perdido gran parte de su atractivo inicial. El entorno del Gobierno llegó a plantearse pedir la salida de Iberia de la fusión, pero ahora se entendería que esta medida no fuera tan mal vista por accionistas o directivos basados en Londres.
Ciertos medios británicos han apuntado ya a una corriente de pensamiento en esta línea, que ha llegado a oídos de la aerolínea de María de Molina. Quienes han tenido constancia de ello en Iberia han manifestado una profunda irritación.
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