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Los diez comportamientos que sacan de sus casillas a los auxiliares de vuelo

Las azafatas reciben muchas quejas, pero ellas también tienen que aguantar lo suyo. (iStock)
 
Hubo un tiempo en el que las azafatas y auxiliares de vuelo eran todo amabilidad y los pasajeros todo educación. Volar era un lujo y casi siempre un placer. Para Antoine Michelat, presidente de Jetcost “La llegada de las low cost y la rápida adaptación a su estilo de las líneas convencionales (cobro por maletas, cobro por elección de asiento, limitaciones al equipaje de mano, supresión de gratuidades a bordo...) hizo que las cosas cambiaran. La parte buena es que han permitido volar a mucha gente gracias a los vuelos baratos y que han conectado con vuelos directos muchas ciudades secundarias. La mala es que pasajeros y auxiliares han cambiado”.
Todos opinamos o hemos oído quejas de que la azafata es un poco borde, de que son pesados con los anuncios de ventas, del poco espacio disponible... Pero el pasajero tampoco es inocente. También los auxiliares de vuelo (que ahora tienen que trabajar más horas, cobrar menos y hacer trabajos que no son exactamente el suyo) tienen sus quejas respecto a los clientes. El buscador Jetcost ha recogido las diez cosas que menos gustan a azafatas y auxiliares de vuelo de sus pasajeros:
1. Burlas con las medidas de seguridad
Los viajeros frecuentes conocen de sobra los gestos y las palabras que hacen los auxiliares para indicar las medidas de seguridad, las puertas de emergencia, los chalecos salvavidas, etc. Ellos mismo se sienten un poco ridículos haciendo que soplan para inflar el chaleco, pero el colmo es que los pasajeros se rían de sus gestos, los imiten o se burlen.

2. Ocupar todo el maletero
Muchos viajeros optan por llevar casi todo encima para evitar pagar por facturar equipaje. Luego, claro, no todo cabe en el portaequipajes, invaden el de los vecinos o lo dejan al comienzo del avión, aunque su fila sea diez más atrás. También muchos se niegan a colocar sus cosas debajo del asiento delantero, pese a que sea un espacio perfectamente útil y que pertenece a cada uno. Algunos también hacen que sean las azafatas quienes les coloquen su equipaje cuando podrían hacerlo ellos mismos.

3. Estorbar la circulación por los pasillos
Los espacios son cada vez más reducidos dentro de los aviones y algunos tratan de ganar sitio ocupando el de los demás. Está el caso del pasajero que ocupa permanentemente ambos reposabrazos, aunque moleste a su vecino. Otros, en cambio, pasan las piernas o los brazos al pasillo por el que circulan los carritos de bebidas o las propias azafatas. Además, cuando se tropiezan, no piden perdón.

4. Utilizar dispositivos cuando no deben
Aunque ahora es posible utilizar muchos dispositivos durante el vuelo: ordenadores, teléfonos en modo avión, tabletas... Hay momentos en los que eso no se puede, pero siempre hay ‘listos’ que se saltan las normas. Además, quieren dar lecciones tecnológicas sobre su aparato a los auxiliares y se enfadan cuando estos les indican las normas.

5. Levantarse del asiento antes de finalizar el vuelo
Es un gesto contagioso que molesta a pasajeros y azafatas. Hay como una urgencia de salir del avión los primeros, después de haber estado dentro varias horas. Además de molesto es peligroso cuando lo hacen antes de que el avión haya parado completamente sus motores. Con frecuencia hay que dar avisos por megafonía para que vuelvan a sentarse.

6. Encender el móvil antes de tiempo
Es otra de las urgencias absurdas y contagiosas; si se ha estado dos o tres horas sin conexión, no pasa nada por estar cinco minutos más. Sin embargo, muchos lo hacen para dar el anuncio urgente e imprescindible: “cariño, ya he llegado”. El comandante de un avión comentó a Jetcost que tuvo que pedir que se apagaran todos los móviles porque una interferencia había bloqueado el tren de aterrizaje y no podía girar el avión para aparcarlo.

7. El uso excesivo del timbre de azafata
Todos los asientos tienen a mano un timbre para llamar al personal de a bordo. Pero muchos lo usan inadecuadamente. Además de los que lo confunden con el botón de la luz, están los que llaman para pedir una bebida cuando se han recogido los carritos cinco minutos antes, para que cambien la temperatura del avión, para preguntar por donde están sobrevolando o, incluso, para peticiones más absurdas.

8. Ir al baño o levantarse cuando no se puede
Cuando hay turbulencias, o durante del despegue y aterrizaje, está prohibido levantarse del asiento. Pero eso no vale para aquellos que sienten las prisas para ir al servicio, los que tienen que buscar algo en su equipaje de mano o comentar algo a otro pasajero cinco filas más atrás.

9. Usar el avión como basurero
Los auxiliares de vuelo suelen pasar varias veces con carritos en los que se puede tirar la basura generada durante el vuelo, pero algunos prefieren depositarla en la bolsa del respaldo de delante o simplemente en el suelo. Actualmente suelen ser las propias azafatas las encargadas de hacer la limpieza debido al poco tiempo de slot que tiene los aviones en los aeropuertos y no es muy agradable quitar envoltorios de chocolatinas, bolsas de patatas fritas o... chicles pegados a las bolsas. Jetcost conoce el caso de una azafata que en una ocasión dijo por megafonía: “Rogamos a los señores pasajeros que la basura que hayan generado, la lleven consigo”.

10. Intentar aventuras insólitas
Practicar sexo a bordo de un avión es una fantasía recurrente para muchos. Existe un club, el Mile High que acoge a los que lo han conseguido. No es tarea fácil, se requiere un vuelo largo y de noche con la mayoría de pasajeros dormidos, una par de mantas que proporcionen intimidad o, en su caso, un cuarto de baño algo más amplio de lo habitual y en el que no se tropiece con varios de los botones que proporcionan ciertos servicios (agua, jabón cisterna, timbre de emergencia...). Los auxiliares de vuelo y azafatas no suelen intervenir excepto si el caso es escandaloso y se busca su complicidad o... protagonismo.

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