Vueling afronta el parón del ‘low cost’
Cuando la británica Sue Smith y
el piloto valenciano Eduardo Fairén propusieron a Carlos Muñoz en 2002 crear un
vuelo que uniera Manchester y Valencia, se respiraban nuevos tiempos en el
sector de la aviación. La desregulación había abierto los cielos de EE UU y
Europa e incluso circulaba la edición de un manual para crear compañías aéreas
de bajo coste. Aquellas aerolíneas iban a poner a prueba la hegemonía de las
tradicionales. La teoría tenía elementos para hacerse realidad: ofertar vuelos
a bajos precios iba a estimular la demanda y a ampliar el mercado; alcanzar
masa crítica permitiría sostener cuentas de resultados pese a los bajos
ingresos por billete vendido.
Easyjet empezó a probar esa
teoría en 1995 y Ryanair echó a volar dos años después. Muñoz amasó junto a
Lázaro Ros la idea del Manchester-Valencia durante casi un año, hasta poner en
marcha una compañía llamada Vueling, que empezó a surcar los cielos en un vuelo
inaugural el 1 de julio de 2004. La primera ruta, no obstante, unió Barcelona e
Ibiza.
Ha llovido mucho desde entonces.
También en los consejos de administración de la que se convirtió en la primera
aerolínea de bajo coste española. Ni Muñoz ni Ros continúan en el proyecto,
expulsados por sus diferencias con los que fueran sus principales accionistas,
los Lara, cuando la compañía atravesaba problemas económicos. Tampoco los
propietarios de Planeta tienen ya acciones de la compañía. En este tiempo
Vueling se ha fusionado con su rival Clickair (2007), ha entrado y salido de la
Bolsa y ahora forma parte de International Airlines Group (IAG), el grupo
nacido de la fusión de British Airways e Iberia.
En esos 10 años la compañía se ha
situado entre las cinco primeras de bajo coste europeas. Ha triunfado en los
aeropuertos españoles, con la excepción de Barajas, y ahora replica el modelo
en Italia. Facturó más de 1.400 millones el año pasado, cuando transportó a
17,2 millones de personas. Para este año plantea elevar su oferta por encima
del 30% y superar en 2015 los cien aviones de flota.
Las aerolíneas baratas ofrecían
el 17% de las plazas hace diez años; hoy es casi el 37%
Vueling se ha beneficiado en esos
años de que el sector de la aviación ha crecido en la última década, gracias
especialmente a marcas como la suya, que han elevado la demanda. En 2004 las
aerolíneas baratas ofertaban el 17% del total de los asientos de avión en
Europa y ese porcentaje es hoy del 36,7%. La ELFAA, la organización que
aglutina al mayor número de aerolíneas, prevé que ese porcentaje se sitúe por
encima del 45% al final de esta década. Vueling plantea su mayor crecimiento
cuando el sector parece frenado.
“El sector aéreo ha crecido
bastante en los últimos años, pero sobre todo gracias al fenómeno low cost”,
explica Roger Argilés, consultor en ALG, quien sostiene que con el paso del
tiempo ha llegado una suerte de consenso: “No existe un modelo definido de bajo
coste”. Se han roto muchos tabúes, como que las compañías de bajo coste solo
podían volar a aeropuertos secundarios. Vueling rompió con esa norma no escrita
al instalar su base en El Prat y haberse convertido en su puntal de
crecimiento, si bien es cierto que las de Barcelona eran unas instalaciones
huérfanas de una gran compañía tradicional. De hecho, en ese tiempo ha existido
un proceso de convergencia entre aerolíneas baratas y tradicionales. Todas han
buscado reducir costes.
“Nuestro objetivo ha sido siempre
ofrecer un buen producto a un precio razonable y fuimos los primeros en hacerlo
en España y en Europa”, apunta Fernando Estrada, director de Estrategias de
Vueling, quien reivindica para la compañía el calificativo de premium low cost.
La compañía evita comparaciones con la ultrabarata Ryanair. Mientras que la
irlandesa, antes de dar su brazo a torcer, inició una guerra legal con las
agencias de viajes porque quería mantener su web como único lugar donde vender
sus billetes, Vueling les abrió las puertas.
También se las abrió a los
hombres de negocios. O estableció acuerdos con otras aerolíneas para ofrecer
vuelos de conexiones, territorio abonado de las antiguas compañías de bandera y
vetado a las baratas, para las que supone un sobrecoste que iba en contra de la
lógica de sus cuentas de resultados. Pero de momento juega en su contra la alta
estacionalidad de su clientela, con mucho peso en periodos vacacionales, según
reconocía IAG en su informe de 2013.
“Vueling puede convertirse en el
vehículo europeo de Iberia e IAG”, señala Ricardo Wehrhahn, socio de Intral
Strategy Execution. A su favor juega la gran red de conexiones que ha creado
por toda Europa y la creciente tendencia de que los vuelos que no sean de largo
alcance los cubrirán low cost, mucho más competitivas. “Vueling tiene una buena
estructura de costes, aporta calidad de servicio y están creciendo en capacidad
por encima del 20%”, apunta Iván San Félix, analista de Renta 4.
Los analistas creen que Vueling
puede ser la plataforma de IAG para crecer en Europa
Una incógnita planea sobre el
futuro de Vueling dentro de IAG, como recuerda Wehrhahn. “¿Para qué quiere IAG
Iberia Express teniendo Vueling? Quizás tiene un sentido táctico: para reducir
los costes internos de Iberia”, responde él mismo. Vueling ha entrado en los
planes de IAG justo cuando el crecimiento de las compañías de bajo coste se
empieza a ralentizar y empieza a tocar techo. El presidente de la compañía,
Álex Cruz, siempre ha asegurado que estar en esa alianza supondrá sinergias,
sobre todo si actúan como central de compras. De momento, la acción más clara
en ese sentido ha sido la adquisición de nuevos aviones a Airbus.
En Vueling prevén que el mercado
no crezca más del 4% a partir de ahora. Cada vez cuesta más arañar nuevos
pasajeros y el referente del sector, Ryanair, empieza a sufrir una leve caída
de la rentabilidad. Sus costes crecerán un 5% este año. “Su crecimiento no era
sostenible”, coinciden los expertos consultados. La aerolínea irlandesa está
haciendo esfuerzos para hacerse más atractiva a los ojos de sus potenciales
clientes y ahora quiere desembarcar en aeropuertos principales.
Ante la dificultad de crecer en
un mercado saturado, algunas aerolíneas se plantean dar un nuevo salto en la
homogeneización en la que se encuentran compañías tradicionales y baratas. Hace
tiempo, presionada por el clima político existente en Cataluña, Vueling valora
la posibilidad de ofrecer vuelos de largo alcance. No ha concretado nada, pero
la que sí que ha roto ya la frontera ha sido Air Berlin. Y Norwegian Air
Shuttle también ha anunciado su interés de unir los aeropuertos de Barajas y El
Prat con Estados Unidos sin escalas a partir de 2016. Un nuevo salto en el
fenómeno low cost.
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