Berlín torpedea en solitario la Unión Bancaria Europea El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schaüble
Alemania está dificultando el avance hacia la Unión Bancaria
con una batería de objeciones que la enfrentan con prácticamente todos los
socios europeos y que amenaza con retrasar su puesta en marcha y devaluar
significativamente el proyecto.
Los ministros de Economía de la UE discutieron ayer, sin
resultados concluyentes, la creación del Mecanismo Único de Resolución, el
organismo encargado de centralizar y decidir cuándo un banco europeo debe ser
liquidado o reestructurado.
Esta institución representa el segundo pilar de la Unión
Bancaria, tras el ya creado Supervisor Bancario Único (el nuevo regulador
europeo en manos del BCE). El proyecto se completará con la creación de un
Fondo Único de Garantía de Depósitos, la parte más complicada debido a las
reticencias de varios países y las dudas jurídicas que plantea.
'La posibilidad de llegar a un acuerdo es limitada'
No hace falta ir tan lejos para buscar un punto de
desencuentro. La UE está completamente atascada en la fase de discusión actual
porque Alemania se opone frontalmente a la propuesta de la Comisión Europea y a
la solución de compromiso que han planteado la mayoría de países. El tiempo
para llegar a un acuerdo se agota porque los jefes de Estado y de Gobierno han
fijado como límite el fin de año.
La "posibilidad de llegar a un acuerdo a estas alturas
es limitada", admiten fuentes diplomáticas, que lo achacan a que
"Alemania está planteando bastantes problemas". Por si fuera poco, el
hecho de que no haya un acuerdo de Gobierno en el país germano no contribuye a
allanar el camino.
Cuestiona quién puede decretar que un banco debe o no ser
reestructurado
La primera objeción que plantea Berlín es la base legal del
acuerdo: quién es jurídicamente la autoridad responsable de decretar que un
banco debe o no ser reestructurado. Los Tratados sólo permiten que una decisión
de este tipo pueda tomarla una institución reconocida legalmente en la UE y por
ello la mayoría de socios han optado por una opción pragmática que pasa por dar
a la Comisión Europea la última palabra.
El Ejecutivo en funciones de Merkel se opone y aboga porque
sean los Estados miembros, reunidos en asambleas de urgencia los que decidan.
"No es práctico porque estas decisiones deben tomarse en fin de semana
para evitar el impacto en los mercado"», argumentan fuentes de un país con
peso en las negociaciones.
Otra disputa es la relativa a la modalidad de voto dentro de
la Autoridad Única de Resolución, sobre todo cuando se trata de una entidad
financiera que tiene una matriz nacional y filiales en otros Estados miembros.
Berlín igualmente plantea dudas sobre el ámbito de aplicación de este Mecanismo
de Resolución: mientras que casi todos los Estados miembros abogan porque pueda
intervenir en cualquiera de las 6.000 entidades de la Unión Bancaria, Alemania
insiste en que sólo tenga autoridad sobre las 130 de mayor tamaño.
El último gran escollo se refiere a la creación de un Fondo
Único de Resolución. Esta hucha, que estaría nutrida de aportaciones de los
propios bancos, serviría para costear parte de las reestructuraciones o
liquidaciones de una entidad en peligro. Para el Ejecutivo en funciones de
Merkel una auténtica integración de estos fondos podría crear un riesgo moral,
porque entre todos los países estarían costeando la crisis de una determinada
entidad. Por ello propone una red coordinada de fondos nacionales frente a la
aproximación de la Comisión, respaldada por la mayoría de Estados, que advierte
de que sin una auténtica integración no habrá garantías suficientes para
reestructurar a los bancos.
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