"Peinador es obra vuestra"
El 25 de abril de 1954 quince aparatos participaron en la inauguración del aeropuerto ante miles de vigueses
Ante unas 60.000 a 80.000 personas, cifra que los medios de la época calculaban sin precisar pero que colapsó la carretera desde la ciudad a Peinador, el 25 de abril de 1954, hace hoy sesenta años, se inauguraba el aeropuerto vigués. En aquella fecha era la cuadragésima instalación aeroportuaria española, segunda de Galicia tras la pista santiaguesa de Lavacolla.
Para la ciudad fue un acontecimiento extraordinario. La Corporación municipal en pleno, autoridades civiles, militares y religiosas y también de la aviación comercial acudieron a una cita con el ministro del Aire, Eduardo González Gallarza, en una jornada que amanecía soleada para tornarse en nubosa hasta llover copiosamente en plena inauguración.
Con las líneas de autobús llenas, el tranvía a O Porriño viviendo igual suerte, una fila interminable de todo tipo de vehículos y hasta público subiendo al campo de vuelos en bicicleta, el alcalde de Vigo, Tomás Pérez Lorente, no dudaba en proclamar la victoria del viguismo en la construcción del aeropuerto. "Porque esta obra es obra vuestra, dijo. "El pueblo de Vigo, con su prestación personal, tomó parte activa en la ejecución del mismo", sostuvo en recuerdo de quienes acudieron obligados a Peinador entre octubre de 1936 y junio de 1938. De trabajar dos días al mes en el movimiento de tierras sólo se salvaron quienes tenían doce pesetas para abonar a cambio de librarse de esa prestación... o quienes fueron fusilados por los militares sublevados, al mando del comandante de la plaza de Vigo, Felipe Sánchez.
Precisamente este oficial fue uno de los impulsores del aeropuerto. Acabó convencido de su importancia por intereses bélicos, aunque cuando Falange Española tomó la dirección de las obras (verano de 1938) la base militar era aún inoperativa. Sánchez, aún vivo en 1954, fue recordado en el discurso de Pérez Lorente. Sin embargo, Gallarza, el ministro, sería el hombre del día. El regidor le haría entrega de un pergamino como Hijo Adoptivo de Vigo. Gallarza, en el cargo desde 1946 (aunque ya en 1939 había estado supervisando las obras como jefe de la Región Militar), y explicó en su alocución que "dado el entusiasmo de los vigueses por su magnífica ciudad", dijo, "comprendí que (Vigo) tenía necesidad de poseer un aeropuerto".
Con el dictador Franco presente en todas las intervenciones ante el micrófono ("gracias al Caudillo Franco, alma y corazón de España", diría también el obispo Eijo Garay), Gallarza hizo votos por que la nueva obra "sirva para estrechar aún más los lazos de amistad entre los dos pueblos ibéricos", en referencia a Portugal. Porque una de las fallidas ideas (de Iberia) apostaba por una línea entre Vigo y Madrid con escala en Lisboa.
En la jornada inaugural, hasta quince aviones se alinearon en el campo vigués, entre los dos aparatos comerciales -el DC-3 de Iberia y el Bristol de Aviaco-, avionetas de Portugal y España y los aviones militares. Por la tarde, ya de nuevo con el regreso del buen tiempo, se mantuvo el trasiego de gente. Mientras en Balaídos el Celta evitaba la promoción y se mantenía en Primera (jugaba contra el Athletic), varios aparatos sobrevolaban el estadio. Y a partir del 1 de julio, los primeros vuelos.
Para la ciudad fue un acontecimiento extraordinario. La Corporación municipal en pleno, autoridades civiles, militares y religiosas y también de la aviación comercial acudieron a una cita con el ministro del Aire, Eduardo González Gallarza, en una jornada que amanecía soleada para tornarse en nubosa hasta llover copiosamente en plena inauguración.
Con las líneas de autobús llenas, el tranvía a O Porriño viviendo igual suerte, una fila interminable de todo tipo de vehículos y hasta público subiendo al campo de vuelos en bicicleta, el alcalde de Vigo, Tomás Pérez Lorente, no dudaba en proclamar la victoria del viguismo en la construcción del aeropuerto. "Porque esta obra es obra vuestra, dijo. "El pueblo de Vigo, con su prestación personal, tomó parte activa en la ejecución del mismo", sostuvo en recuerdo de quienes acudieron obligados a Peinador entre octubre de 1936 y junio de 1938. De trabajar dos días al mes en el movimiento de tierras sólo se salvaron quienes tenían doce pesetas para abonar a cambio de librarse de esa prestación... o quienes fueron fusilados por los militares sublevados, al mando del comandante de la plaza de Vigo, Felipe Sánchez.
Precisamente este oficial fue uno de los impulsores del aeropuerto. Acabó convencido de su importancia por intereses bélicos, aunque cuando Falange Española tomó la dirección de las obras (verano de 1938) la base militar era aún inoperativa. Sánchez, aún vivo en 1954, fue recordado en el discurso de Pérez Lorente. Sin embargo, Gallarza, el ministro, sería el hombre del día. El regidor le haría entrega de un pergamino como Hijo Adoptivo de Vigo. Gallarza, en el cargo desde 1946 (aunque ya en 1939 había estado supervisando las obras como jefe de la Región Militar), y explicó en su alocución que "dado el entusiasmo de los vigueses por su magnífica ciudad", dijo, "comprendí que (Vigo) tenía necesidad de poseer un aeropuerto".
Con el dictador Franco presente en todas las intervenciones ante el micrófono ("gracias al Caudillo Franco, alma y corazón de España", diría también el obispo Eijo Garay), Gallarza hizo votos por que la nueva obra "sirva para estrechar aún más los lazos de amistad entre los dos pueblos ibéricos", en referencia a Portugal. Porque una de las fallidas ideas (de Iberia) apostaba por una línea entre Vigo y Madrid con escala en Lisboa.
En la jornada inaugural, hasta quince aviones se alinearon en el campo vigués, entre los dos aparatos comerciales -el DC-3 de Iberia y el Bristol de Aviaco-, avionetas de Portugal y España y los aviones militares. Por la tarde, ya de nuevo con el regreso del buen tiempo, se mantuvo el trasiego de gente. Mientras en Balaídos el Celta evitaba la promoción y se mantenía en Primera (jugaba contra el Athletic), varios aparatos sobrevolaban el estadio. Y a partir del 1 de julio, los primeros vuelos.
Comentarios
Publicar un comentario