Este año ya han cerrado varias compañías, y Norwegian cae en picado. Así, cabe preguntarse si el modelo «low cost» ha entrado en crisis. Los archipiélagos serán los más afectados
La aerolínea de bajo coste
Norwegian perdió 150 millones de euros en 2018 y también casi 250 millones de
pasajeros en nuestro país. El desplome de la compañía es imparable desde abril
del año pasado, cuando el valor de sus acciones en la Bolsa de Oslo alcanzaban
los 32,08 euros, mientras que ahora están por debajo de los 11 euros. Es decir,
ha registrado una caída de cerca de un 60% en el parqué en menos de 10 meses.
Pero la aerolínea noruega no es la única «low cost» que ha sufrido un duro
varapalo. Germania se declaró insolvente el pasado 4 de febrero y Air France
decidió a principios de año cerrar su filial Joon.
Así, el modelo de las aerolíneas
a precios reducidos está en entredicho. Sin embargo, para el presidente de la
Asociación de Líneas Aéreas (ALA), Javier Gándara, el cierre de compañías se
trata de un fenómeno de cierta normalidad dentro de un sector con tanta
rivalidad: «El transporte aéreo es de los más competitivos, y resulta
complicado mantener una empresa a flote. Al final, y por desgracia, quiebran
muchas aerolíneas, y sobreviven las que tienen más ventajas competitivas».
Norwegian ha reducido la
frecuencia de sus vuelos y ha anunciado el cierre de bases (por lo que su
personal amenaza con ir a la huelga). Además, otro gigante del «low cost»,
Ryanair registró pérdidas de casi 20 millones de euros en el último trimestre
de 2018 y ha llevado a cabo un «profit warning» para advertir a sus inversores
de que en 2019 sólo espera ganar entre 1.000 y 1.100 millones de euros, menos
de lo estimado en un principio.
BUENA SALUD
Sin embargo, Gándara opina que
con ese volumen de ganancias «decir que Ryanair está mal es descabellado, lo
que ocurre es que hay gente que le tiene ganas a la compañía». Por eso
cuestionan su salud, aunque otras cifras respaldan su buen estado. Por ejemplo,
ha aumentado el número de pasajeros que traslada en España de los 44.020.859 de
2017 a los 46.756.816 de 2018. Por lo tanto, ha consolidado su liderazgo como
la aerolínea que más pasajeros tiene en nuestro país. Así, este dato de Ryanair
se ha convertido en el principal argumento de los que aún creen en el modelo
«low cost».
Al contrario, quienes ya no
confían en él, encuentran sus razones en la situación que atraviesan las
aerolíneas en los archipiélagos. Las islas son las que más han sufrido la
(supuesta) crisis del «low cost» y los recortes que han aplicado este tipo de
compañías. El presidente y consejero delegado de Ryanair llegó a afirmar que
«la gente está harta de Canarias» (aunque luego se retractó) para justificar
que la retirada, a finales de marzo, de dos de los doce aviones con los que
cuenta en el archipiélago. Sólo se salvará Tenerife, pero la medida reducirá la
oferta de la compañía irlandesa en Gran Canaria y Lanzarote.
Mucho peor serán las
consecuencias de la mala situación financiera que atraviesa Norwegian.
Directamente, la aerolínea noruega cerrará sus dos bases en Canarias, la de
Gran Canaria y Tenerife. La clausura se producirá en noviembre y, a partir de
entornes, la frecuencia de los vuelos de Norwegian en estos aeropuertos se
reducirá considerablemente.
En cuanto a Baleares, allí echarán
el candado a la base de Palma de Mallorca el próximo 1 de abril, perjudicando a
los tres aviones que permanecen en ese aeropuerto. Ante estos anuncios, los
trabajadores de las compañías, especialmente pilotos y azafatas (sobre todo de
tierra) ya han reaccionado y barajan la posibilidad de convocar huelgas (como
las que ya se vivieron en enero), que ha elevado la incertidumbre entre los
consumidores de las islas, que dudan si atreverse a comprar un billete tanto de
Ryanair como de Norwegian.
Así, los archipiélagos suman otra
mala noticia para su tráfico aéreo después de que el cierre de Germania ya haya
supuesto un batacazo. La compañía alemana trasladaba entre 750.000 y 800.000
pasajeros a España al año, la mayoría con destino a las islas. De hecho, en
2018 Germania tuvo una capacidad de 349.304 plazas en el aeropuerto de Palma de
Mallorca; de 129.407 en el de Las Palmas de Gran Canaria; 118.122 en el de
Fuerteventura y de 95.387 en el de Tenerife Sur.
Evidentemente, la reducción del
tráfico de aéreo con destino Canarias (a donde Germania trasladó el año pasado
a más del 9% del conjunto de visitantes alemanes) y Baleares preocupa, y mucho,
al sector del que dependen las economías de ambos archipiélagos, el turístico.
Esta industria ve con recelo como otros destinos mediterráneos y atlánticos,
como pueden ser Túnez, Marruecos o Argelia, han vuelto a recuperar visitantes y
posicionamiento global. Por lo tanto, suponen una dura competencia que obliga a
buscar alternativas para recuperar el atractivo de las islas, como rebajar los
precios o perfeccionar las ofertas.
De esta manera, la situación
precaria de las aerolíneas «low cost» llega en el peor momento, sobre todo para
Canarias, pues en 2018 recibió alrededor de 500.000 turistas menos que el año
anterior, pasando de los 14,2 millones a los 13,7 millones, según las
estadísticas de los Movimientos Turísticos en Fronteras (Frontur). Mientras, en
Baleares la cifra no creció (como de costumbre) y se mantuvo en los 13,8
millones.
Nuevos actores del mercado
Uno de los aspectos que más
preocupan a las compañías es el de los precios del petróleo. Para cualquier
aerolínea, el combustible le supone alrededor del 30% del total de los costes,
por lo tanto, que éstos estén alto o bajos afectará bastante a los beneficios
que se registren. Y a día de hoy, el petróleo atraviesa un largo periodo de
excesiva volatilidad. Por eso, explica Javier Gándara, las compañías más
fuertes hacen contratos de cobertura, en los que se fija un precio determinado para
los próximos 12 meses, lo cual reduce la exposición a la inestabilidad del
valor del barril de Brent. En el caso de easyJet, hasta el 50% del combustible
se enmarca en un contrato de cobertura. No obstante, añade que las empresas que
proporcionan estos contratos sólo los firman con las compañías con una
estructura rígida, así que las aerolíneas pequeñas no se libran de sufrir un
fuerte impacto cuando los precios suben, pudiendo ser definitivo para ellas.
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