La Generalitat enmascara el fracaso de BCN World con la tutela pública
Nadie lo acepta pero el complejo de ocio y casinos de BCN World ha fracasado. La gran inversión extranjera en Cataluña de 4.500 millones ha hecho agua después de que el principal promotor del proyecto, Enrique Bañuelos, renunciase a comprar los terrenos en Tarragona donde se debía levantar el macroproyecto. La tutela pública sólo pretende disimular un fracaso después de que el Parlament le hiciese a Bañuelos una ley a medida para nada, igual que pasó en Madrid con Eurovegas.
La fórmula para enmascarar el derrumbe del castillo de naipes es la habitual de la Generalitat en este tipo de casos: utilizar el Incasol, un instituto público de gestión de suelo, para tutelar una versión reducida; un tercio del suelo, que se venderá por sólo 110 millones, de manera troceada, y sólo para cuatro casinos, en lugar de los seis inicialmente previstos.
Ni Veremonte, el holding de Bañuelos ni la Generalitat, que alega que con esta tutela pública evitará la especulación, reconocen el fracaso del proyecto. Pero la realidad es que ahora todo depende de la voluntad de los operadores de casinos como Melco Crown, Hard Rock Café o el grupo Perelada a añadir a la inversión prevista la compra de suelo al Incasol. El único precedente fue la propuesta que le hizo Bañuelos a Melco de que se gastasen 250 millones más en la adquisición de los terrenos. Melco se negó, lo que dejó cojo todo el proyecto y provocó que Veremonte optase por no ejecutar la opción de compra.
Enrique Bañuelos y Andreu Mas-Colell.
El caso de Perelada es más dudoso todavía: en el sector del juego se asegura que no tiene capacidad financiera real para levantar el complejo y que ha participado en el concurso más para estar si salía adelante que por verdadero interés estratégico.
La Caixa es otra perdedora. En la operación antes diseñada iba a obtener 221 millones de plusvalías gracias a la opción de venta que le firmó Bañuelos y a que tenía ese suelo en libros a un precio muy bajo. Ahora se tendrá que conformar con una tercera parte de esa cantidad y, eso si todo sale bien.
En La Caixa harían bien en no ser muy optimistas. Para encontrar un gestor de suelo peor que el Incasol habría que dirigirse a la Sareb. Los precedentes no resultan nada halagüeños, como demuestra el ejemplo de Cerdanyola.
El caso de Cerdanyola
La Generalitat proyectó en 2009 un gran complejo de oficinas en Cerdanyola (Barcelona) para empresas vinculadas a las universidades al lado de un acelerador de partículas en miniatura, el Sincotrón. La inversión prevista era de 1.500 millones de euros, que tenía que aportar el sector privado. Pero la explosión de la burbuja inmobiliaria dejó en vía muerta lo que iba a ser el mayor parque empresarial del sur de Europa.
Vista de los terrenos del proyecto BCN World.
¿Dónde han acabado el grueso de esas 340 hectáreas en Cerdanyola? En la cartera del Incasol, que en este momento prácticamente lo regala urbanizado a cualquier empresa que asuma la construcción, cuando pensaba subastarlo por 3 euros el m2 y mes. Ahora la mejor carta para la zona es vender una parte ese suelo a un grupo australiano para hacer un centro comercial, pero este proyecto también se ha empantanado.
Socios en el aire
Veremonte no ha revisado a la baja las nuevas cifras de inversión, pero resulta evidente que ya no serán los 4.500 millones previstos. Incluso es dudoso que la versión reducida se lleve a cabo, dado que la banca española no quiere dar financiación y Bañuelos ha fracasado en países como Malasia para buscar bancos alternativos.
Tras los cambios, los socios que ha traído Bañuelos están en el aire. ¿Asumirán la inversión añadida de tener que comprar el suelo? En los últimos días ya no se habla de Meliá, si bien la cadena hotelera nunca se comprometió a comprar la propiedad, sino a gestionar los hoteles de gran lujo. Port Aventura sí que invertirá en los hoteles de cuatro estrellas. Lo mismo ocurre con el grupo británico Value Retail y sus 200 millones para el complejo comercial. Ahora todo pende de un hilo.
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