Walsh sitúa a Dupuy como delfín en IAG y relevo natural de Antonio Vázquez
El consejero delegado de IAG, Willie Walsh, ha dado el golpe
de gracia definitivo para controlar de manera soberana el consejo de
administración de la empresa nacida tras la fusión de British Airways e Iberia.
El equilibrio inestable que las dos aerolíneas han venido manteniendo dentro
del gigante aéreo se romperá con el nombramiento como consejero ejecutivo de
Enrique Dupuy, antiguo director financiero de Iberia desde el año 1990, pero
que luego, en 2011, pasó a desempeñar este mismo cargo en la matriz,
convirtiéndose en la mano derecha de Walsh.
Dupuy entrará por la puerta grande en IAG a partir de una
promoción que se justifica como una necesidad a fin de recomponer la estructura
del consejo tras la vacante dejada por el antiguo representante de Bankia,
Manuel Lagares. En pura teoría, Dupuy viene a completar la cuota española en
IAG, pero su acreditada lealtad al consejero delegado del grupo le sitúa como
el hombre clave para resolver cualquier conflicto de intereses en beneficio de
los objetivos británicos.
El plan de transformación de Iberia, emprendido por IAG el
pasado otoño, se ha saldado en una primera fase con una reducción de 3.807
empleos, casi un 20% del total de la plantilla de la empresa, que asciende a
19.437 trabajadores. El ajuste provocó, además del consiguiente conflicto
laboral, una fuerte tensión interna dentro del holding hispano-británico hasta
el punto de que los consejeros españoles tuvieron que llamar la atención a
Willie Walsh para que dejase de manejar la compañía a su libre y soberano
antojo.
La guerra fría forzó poco después la dimisión de José Manuel
Fernández Norniella como principal paladín del bando ibérico y motivó también
que el exministro de UCD, José Pedro Pérez-Llorca, abandonara la presidencia
del comité de auditoría en un acto simbólico de protesta que curiosamente no se
completó con su salida del consejo de administración, donde todavía ocupa un
sillón en calidad de independiente. Ahora ha sido Manuel Lagares el que se ha
apartado de toda responsabilidad una vez que Bankia vendió a finales de junio
la participación del 12,09% que ostentaba como socio español de referencia en
el grupo fusionado.
Junta Extraordinaria el día 26
Consciente de que la ocasión la pintan calva, el consejero
delegado de IAG ha aprovechado el estío veraniego para convocar una reunión
extraordinaria de su Junta de Accionistas que tendrá lugar el próximo 26 de
septiembre. El gigante aéreo utilizará la asamblea para aprobar la adquisición
de 36 aeronaves por parte de British Airways y otros 62 más con destino a la
flota de la recientemente adquirida Vueling. Pero, además, en el cuarto punto
del orden del día y como quien no quiere la cosa se ha incluido el nombramiento
de Enrique Dupuy como flamante consejero ejecutivo.
Willie Walsh, consejero delegado de IAG. A partir de ahora,
Willie Walsh tiene ganado de antemano cualquier eventual pulso dentro del
consejo de administración. La alineación de Dupuy como cancerbero del máximo
responsable británico desequilibra la toma de decisiones con nueve votos
favorables de partida frente a los siete que supuestamente seguirán defendiendo
los intereses de la participación española en IAG.
La situación que se deriva implica también una seria amenaza
para la estabilidad de Antonio Vázquez en la presidencia de la compañía
multinacional. Dupuy es un hombre criado profesionalmente dentro de Iberia, que
conoce el sector como nadie y que adorna sus méritos con el inigualable aval
que otorga la confianza del gran jefe. No sería de extrañar que Walsh diera una
nueva vuelta de tuerca en la cúpula directiva del grupo fusionado para reforzar
su posición ante el Sepla de cara al conflicto que se avecina en Iberia este próximo
otoño.
La reestructuración de la aerolínea española es una tarea
inacabada que va a requerir más pronto que tarde una negociación a cara de
perro con los pilotos. Walsh quiere demostrar a todos los colectivos laborales
que es él quien manda dentro de la empresa y esa es una misión especialmente
engorrosa para Antonio Vázquez, sobre todo ahora que ya no tiene al lado a su
antiguo consejero delegado, Rafael Sánchez-Lozano. En IAG existe además la
convicción de que la dirección de la filial española debe encarar por sí sola y
con todas las consecuencias el cambio cultural que necesita la antigua compañía
de bandera. La duplicidad de responsabilidades de Vázquez como presidente que
todavía es de Iberia y de IAG es el principal argumento de Walsh para alimentar
las expectativas del fulgurante plan de carrera emprendido por Enrique Dupuy.
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