El Gobierno se enreda con la privatización de Aena
noticias de noticias de transportes , Mariano Rajoy Londres Jaime Amador Gobierno
Ana Pastor Aena Privatización Aena , El Gobierno se enreda con la privatización
de AenaToda Europa y Estados Unidos, con algunas excepciones menores, tiene sus
aeropuertos privatizados, hasta el punto de que la propia Aena ha comprado el
de Luton, en Londres. Pese a ello, en
todos lados sobreviven, tienen servicios razonables a precios mucho más
competitivos que los que tenemos nosotros y encima no acumulan la deuda de 14
mil millones que hemos creado por la ineficiencia de Aena.
El razonamiento del Gobierno sobre el precio político de la
privatización no es descabellado: obviamente, ningún gestor privado tendría
tres aeropuertos a pocos kilómetros de distancia, como sucede en Galicia
-recordemos que esta región es políticamente intocable para este Gobierno-,
País Vasco o la costa Mediterránea. Es completamente previsible que un privado
termine por cerrar lo que no tiene sentido, porque en el mundo real un
aeropuerto es para ser usado por los pasajeros y cuando no hay pasajeros aquello
pierde su sentido. Pero, claro, en el mundo político, no habrá pasajeros, pero
hay votantes y eso al final es lo que cuenta. Y los votantes, azuzados por los
políticos demagogos, suelen soñar con que si su región o ciudad tuviera un
aeropuerto cercano, tendrían turismo a mansalva, porque muy frecuentemente
creen que su ciudad y su región son de una belleza que el día en que el mundo
la descubra, habrá avalanchas. ¿Dónde está el político que ponga mesura a estos
despropósitos? Simplemente, no existe.
Sin embargo, la paralización de este proceso deja en
evidencia una clara incompetencia de nuestros gestores. En primer lugar, este
diseño de la privatización lo hicieron ellos mismos y, lógicamente, lo mismo
que reflexionan hoy podrían haberlo pensado hace unos meses, ahorrándonos estas
idas y venidas. Si quieren aplicar la lógica electoral pura, lo que toca es
ceder a las autonomías los aeropuertos, y ellas ya se montarán allí sus
maquinarias de gestión de votos, colocando a sus amigos que hoy se han quedado
sin las cajas de ahorros como recurso de supervivencia, adjudicando los bares y
restaurantes como conviene, satisfaciendo a los sindicatos y a los empresarios
allegados, vendiendo la idea de que todos los aeropuertos van a tener
conexiones con Nueva York, como corresponde a la potente identidad de nuestras
regiones, desarrollando toda la demagogia simplona que ya hemos visto en otros
casos.
Hay una segunda muestra de estulticia en nuestros
gobernantes. ¿Se piensan que nunca antes se ha tenido que adjudicar un servicio
deficitario? ¿Pero es que ni siquiera han visto que se puede ceder al sector
privado lo que no da beneficios?
En efecto, infinidad de servicios públicos en todo el mundo
se ceden a privados, incluso aunque pierdan dinero, incluso aunque no puedan
jugar a la dinámica de oferta demanda, porque sean áreas sin competencia.
Simplemente se trata de que la concesión vaya acompañada por una dotación
económica fija para atender las pérdidas o que el Estado participe en la
financiación del déficit de estas sociedades, con incentivos para que el
proveedor privado reduzca los números rojos. Está inventado y demostrado. Todos
los gobiernos que tienen el poder suficiente de imponer sus criterios a los proveedores, lo hacen.
¿Por qué la privatización de Aena amenaza con convertirse en
un culebrón?
Fundamentalmente porque las bases no las va a redactar el
poder público sino que lo harán esos mismos que financian toda la estructura de
poder en España, da igual el partido que sea. Por eso, el responsable de esto
será muy competente, pero al final tendrá que aceptar lo inaceptable, que le
vendrá impuesto. Las privatizaciones están muy bien si quien las diseña es
libre y no empleado del futuro adjudicatario.
En el tema de Aena nos jugamos mucho. En primer lugar, está
el derecho de muchos españoles de volar a precios razonables. Ya hoy el caos
arrastrado en esta institución ha obligado a subir las tasas a extremos
impresentables. En segundo lugar, nos jugamos el negocio del turismo, que es
simplemente fundamental para este país. En tercer lugar, nos jugamos la
justicia de que no haya regiones que no tengan aeropuertos y que otras sí los
tengan. Es muy razonable que el sistema tenga sistemas internos de compensación
que hagan que los excedentes de unas regiones permitan financiar las pérdidas
de otras, siempre y cuando estemos hablando de servicios e instalaciones
acordes con las necesidades.
Y, finalmente, nos jugamos sacar el máximo rendimiento
posible a la venta, que al menos debería servir para devolver los 14 mil
millones de euros que nuestra alocada carrera demagógica nos ha dejado de
herencia, como resultado de hacer aeropuertos por doquier, sobredimensionados,
firmados por los mejores arquitectos del mundo, porque aquí no estamos para
mirar el dinero.
Esperemos que algún día alguien se aclare en un tema tan
sensible.
Comentarios
Publicar un comentario